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miércoles, 13 de junio de 2018

El uso práctico de los buenos modales

Por Janet Rios

La cortesía es un comportamiento cuya mejor expresión esta en el uso practico de las buenas maneras. Y ¿que son las buenas maneras? Gestos y ademanes, expresiones, lenguaje, postura, educación formal… Es ese arte de demostrar a las otras personas, mediante actitudes y palabras, la estima y consideración que merecen. Muchas veces se da por sentado que la escuela carga con la responsabilidad de educar caracteres y modales, sin analizar que es en el hogar donde se aprende y visualizan, escuchan y sienten su atmosfera y de ahí se toman las pautas básicas del comportamiento cotidiano. En un hogar donde la falta de comunicación, comprensión y delicadeza entre sus integrantes permita el desarrollo del irrespeto siempre triunfara la desconsideración.

Desde la cuna comienza la enseñanza, y el clima que presida la casa se adueña de todos. Detrás de infantes groseros, airosos, malcriados se encuentra un hogar con severas dificultades en la comunicación. La urbanidad fortalece las relaciones, la vida en común enseña a ser agradable y a evitar heridas o marcas en la comunicación interpersonal. Ser cortes es también una manera de ser, una actitud ante la vida. El lucir y ser agradables parte del resultado imprescindible de la higiene, es decir, el bañarse, peinarse, lavarse los dientes y vestirse con sencillez, es una forma de respetarnos y respetar a los demás. Crear una atmosfera en la cual puedan manifestarse las opiniones y actitudes diferentes y trata de encontrar un camino que permita la reflexión colectiva y enfrentar de conjunto las dificultades. Si oyes sin escuchar, si hablas sin comunicarte, la apatía y el desamor dejaran huellas. Es mucho más importante fortalecer el afecto que ganar una discusión.

La vida en familia trae conflictos cotidianos. Un descontento hoy, otro mañana, desacuerdos… Dicen los expertos que la comunicación intrafamiliar resulta compleja y es, muchas veces, poco valorada y no suficientemente estimada como indispensable en la armonía individual y social. Aprender el concepto de respeto como medida d todas las relaciones resulta imprescindible. Como todas las personas merecen un absoluto respeto, es en la familia donde se consolidad esta actitud. Convencida estoy de que en el hogar, en la familia, se aprenden las actitudes básicas de la conducta; la llamada buena crianza. Todo se imita. Niñas y niños se guían por lo que ven y se manifiestan de acuerdo con las formas de comunicación que existan en sus casa. Parto de que respeto no es indiferencia, soberbia, autoritarismo. Porque una educación basada en estos principios conlleva inseguridad, miedo y adulación. No dejes que el irrespeto determine en el clima familiar. Dialogar, ser paciente y comprensivo, preocuparse por el temperamento y caracteres de los otros, partir de la amabilidad como premisa apoyan la cultura del entendimiento entre todos.

La impaciencia eclipsa la cultura. Evita las respuestas cortantes y desagradables. Con evidenciar mal humor no se borra ni desaparece la causa que lo produce. Pon como escudo a la impaciencia un dique de calma y comprensión. La paciencia conlleva simpatía y cariño; la impaciencia, antipatía y soledad. El grito, las discusiones altisonantes, los silencios por respuestas, la grosería y vulgaridad afianza la descortesía y los malos hábitos. no dejes que primen sobre ti los insultos, estos no siempre son estériles manifestaciones de esa violencia que llega a conformar carácter y actitudes. Ten presente que pueden herir a una persona querida para toda la vida, porque debilitan, afean, empequeñecen y contaminan las relaciones sociales. Insultar es no respetarse a si mismo, ni respetar a las otras personas. La vulgaridad y la grosería hacen trizas a cualquier persona y dejan un sustrato nada agradable.

Por tanto, encontrar el sendero donde la hermosura en el comportamiento se convierta en base del atractivo personal, significa que la cultura del detalle se adueña de la comunicación como base de una relación siempre grata. Sin duda, abona el camino de la belleza. Sin lugar a dudas, la cortesía ayuda a vivir. Le añade poesía a la existencia y distingue a las personas con cualidades éticas. Dentro de las normas elementales de cortesía, el hombre acomoda a la mujer; los más jóvenes a las personas mayores; quien preside determina los puestos y ubica a las niñas y los niños. Cuida que en casa todos sepan disponer de un servicio bien puesto. Estamos de acuerdo en que los modales determinan en la proyección de la imagen. Asegura que tu conducta sea correcta y agradable.