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jueves, 21 de junio de 2018

Somos más felices en los cincuenta

Por Darío E.

La vida después de los cincuenta años parece ir en ascenso emocional, según el autor de un reciente libro que explica su experiencia personal y las entrevistas a economistas, psicólogos y neurocientíficos. Sin embargo, las amenazas a ese efecto emocional positivo son la pérdida de seres queridos y experiencias como el divorcio

La vida después de los cincuenta años es mucho más feliz. Eso asegura el escritor Jonathan Rauch, quien publicó un acercamiento al tema de la crisis de la mediana edad después de que él mismo viviera sus consecuencias depresivas.

“En realidad, es una transición a la mediana edad”, apuntó Rauch a BBC Mundo, acerca del mal uso del término crisis. Y explicó, “Una crisis es un shock repentino, una interrupción, algo anormal”, pero este tipo de transiciones después de los cuarenta y hasta los cincuenta son un cambio de valores, lento, perfectamente natural”.

Sin embargo, el autor vivió en su propia experiencia los efectos desagradables de esa transición y asegura que la buena noticia es que este efecto negativo tiene un fin. Ese final de la depresión por los cuarenta, o del ritmo bajo en lo emocional, el autor lo ubica en la década siguiente, la de los cincuenta.

La ciencia, asegura, ha descubierto que después de los cincuenta envejecer tiende a ser más feliz y sosegado. A medida que nos volvemos mayores, nuestros cerebros resisten mejor el estrés, sentimos menos remordimientos, somos más positivos, y emocionalmente menos volátiles.Además, explica, aprovechamos mejor los momentos y hasta conectamos mejor con la gente.

Pero estas aseveraciones no provienen de la nada. Para terminar su libro, este autor llegó a entrevistar a economistas, sicólogos y neurocientíficos que le mostraron los resultados de estudios en sus disciplinas.

Varias investigaciones, explicó, indican que el trayecto de la vida va en forma de U. La satisfacción vital va decayendo a partir de los 20 y llega a un punto crítico para la década de los cuarenta, mientras comienza a aumentar luego hasta los ochenta.

Aunque este autor no asegura que para todos sea igual ni tengamos salud para acompañar ese recorrido emocional. Y añade que la pérdida de seres queridos, los divorcios y las enfermedades suelen contrarrestar los beneficios sicológicos de ese patrón ascendente.