Niño maltratado, potencial maltratador
Si bien nunca los azotes son aconsejables ahora un nuevo estudio relaciona la práctica de castigar a los hijos con azotes con consecuencias accidentales mientras que forman sus relaciones románticas años más tarde. El estudio determinó que los niños que habían sido castigados con azotes presentaban más probabilidades de ser violentos con su pareja. En el mismo se entrevistaron a 700 participantes en el sureste de Texas, Estados Unidos, en la etapa de la adolescencia tardía y el principio de la veintena.
Los investigadores halló una asociación significativa entre el castigo corporal durante la niñez y la violencia de pareja en la adultez. Específicamente aquellas personas que recibieron azotes en edades tempranas presentaban un riesgo un 29 por ciento más elevado de perpetrar violencia de pareja. Esto se mantuvo incluso luego de que los investigadores tomaran en cuenta como indicadores la edad, el sexo, el nivel educacional de los padres y cualquier antecedente de abuso físico en la niñez.
Según Jeff Temple, autor principal del estudio y profesor en la Rama Médica de la Universidad de Texas, en Galveston, aunque no pueden afirmar que los azotes provoquen la violencia posterior, consideran lógico que si un niño aprende que el castigo físico constituye una forma de resolver el conflicto, podría llevarlo a los conflictos con las parejas en el futuro.
Temple comentó que aunque los padres piensen que esta forma de castigo es una buena lección, investigaciones sustanciales indican que hace mucho más mal que bien. Algo que se refuerza en el estudio, pues este amplía dicho conocimiento al mostrar que recibir castigos físicos durante la niñez se vincula con protagonizar violencia de pareja en la adolescencia y la adultez temprana, y es que, como aseguró el investigador, conectar ambas cosas no requiere mucho esfuerzo.
En ese sentido añadió que el sentido común y la investigación científica señalan que los niños aprenden de sus padres, estos son la primera observación de los pequeños de las relaciones y la forma de manejar el conflicto. El castigo corporal comunica a los pequeños que la violencia es una manera aceptable de cambiar la conducta.
Según los autores del estudio, se estima que cerca de un 80 por ciento de los niños a nivel mundial son sometidos a castigos físicos. Además, investigaciones anteriores determinaron asociaciones entre el castigo corporal y problemas como la agresividad en la infancia y trastornos de la salud mental.
Por ejemplo, en un estudio reciente en el que se contó con una muestra de más de 8 300 adultos de California, se determinó que los antecedentes de azotes en la niñez estaban vinculados con un aumento del 37 por ciento en el riesgo de intentos de suicidio durante la etapa adulta, así como con probabilidades un 33 por ciento más elevadas de abuso de drogas.
Sin embargo, aún a pesar de las evidencias crecientes de los muchos efectos nocivos del castigo corporal, todavía muchos padres, gran parte del público general e incluso en algunas escuelas se sigue pensando que este es una forma aceptable de castigar las malas conductas.