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martes, 12 de junio de 2018

No seas demasiado duro con él

Por Marina B.

Un estudio de la Universidad Estatal de Nueva York demostró que los niños que reciben muchas críticas de sus padres tienen problemas para comprender las emociones en los rostros de otras personas y un riesgo de desarrollar ansiedad o depresión en sus vidas adultas. La investigación chequeó con un escáner la respuesta cerebral.

«Este comportamiento podría afectar sus relaciones con los demás y podría ser una de las razones por las cuales los niños expuestos a altos niveles de crítica corren el riesgo de sufrir depresión y ansiedad», dijo Kiera James, psicóloga graduada en la Universidad de Binghamton, y autora principal del estudio.

La investigación se encargó de monitorear cómo respondía el cerebro de los pequeños que eran más críticados por sus padres. A través de un marcador neuronal llamado Positivo Positivo Potencial (LPP), que proporciona una medida de cuánto alguien está prestando atención a la información emocional de un rostro, se investigó en cómo los niños procesaban las expresiones. Y el resultado fue asombroso.

En un primer momento, los padres de niños de 7 a 11 años hablaron sobre su hijo durante cinco minutos. Estas declaraciones fueron codificadas posteriormente para niveles de crítica. Seguidamente, los investigadores midieron la actividad cerebral de los niños mientras veían una serie de imágenes de rostros que mostraban emociones.

Encontraron entonces que al comparar resultados, los hijos de padres muy críticos prestaron menos atención a todas las expresiones faciales emocionales que los hijos de padres que muestran bajos niveles de crítica. Los niños más criticados habían creado un mecanismo para evitar mirar a la cara de las personas que luego tenían delante.

Los sicólogos implicados en el estudio descubrieron que esta conducta responde a un temor que se crea en los niños hipercriticados hacia las posibles demandas de otras personas.

«Dada esta investigación y nuestros hallazgos de que los niños con un padre crítico prestan menos atención a todas las expresiones faciales emocionales que los niños sin un padre crítico, una posible explicación es que los niños con un padre crítico evitan mirar cualquier expresión facial de emoción —explicó James.

«Esto puede ayudarles a evitar la exposición a expresiones críticas y, por extensión, los sentimientos aversivos que podrían asociar con la crítica de los padres. Dicho esto, también puede evitar que vean expresiones positivas de los demás». Los investigadores esperan seguir estos resultados con otro estudio que examine lo que sucede en el cerebro de los niños en tiempo real cuando reciben comentarios positivos y negativos de sus padres.

Pero como darle a usted, lector, stos resultados sin guiarle a una solución sería insuficiente, le dejamos algunas ideas de cómo tratar a los hijos sin legar a dañar el modo en que funciona su cerebro. Es recomendable, por ejemplo, hacer un elogio sincero antes de hacer nuestras peticiones de cambio e conducta.

Por otro lado, es muy aconsejable también aclarar al niño que lo que se le pide, o corrige es porque sus seres queridos le desean lo mejor y le aman. Dejar claro que no se trata de lanzarles encima nuestra ira o estrés es muy importante. Y también que no se trata d un capricho, sino que nuestra petición tiene un porqué.

Junto a esa información, la crítica constructiva podrá acompañarse de una expresión corporal y facial adecuadas. Con este tipo de críticas positivas —todas las veces intentemos que la paciencia nos acompañe— podremos enrumbar el bienestar sicológico de los pequeños de casa para que sus procesos de empatía logren los niveles adecuados también en su vida adulta.