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martes, 19 de junio de 2018

Celulares y niños no siempre son mejores amigos

Por LisyFa

Es una imagen cada vez más común en el mundo moderno: un niño pequeño jugando con un teléfono celular. Cuando los padres están ocupados trabajando, cuando deben hacer largas filas junto a los pequeños, o simplemente para calmar una perreta, los celulares se han convertido en un artilugio imprescindible para “controlar” a los pequeños. No obstante, ese fenómeno no está exento de polémica, por los posibles trastornos que pudiera generar.

El problema real, como apuntan muchos pediatras, es que ciertamente un teléfono no es un juguete. “Tenemos que enseñarles a manejar su educación con las pantallas”, declaró a BBC Mundo María Zabala, una periodista española que se especializa en temas de ciudadanía y educación digital. Más adelante, en la medida en la que el niño crece, y crece apegado a la tecnología que es parte indisoluble de nuestras vidas, aparece una interrogante: ¿deberíamos comprarle a nuestros hijos un teléfono móvil?

La experta venezolana María Álvarez, quien dirige desde la ciudad estadounidense de San Francisco la Comunidad Latina de Common Sense Media -una organización sin fines de lucro que aconseja a familias sobre aspectos relacionados con la tecnología-, explica que esa interrogante es un dilema global, para la que no hay “números mágicos”, afirma la especialista. Los niños, incluso, ejercen chantaje para conseguirlo: “Todos mis amigos tienen uno”, es una frase muy habitual.

De acuerdo con los especialistas los números varían según las regiones. En Europa, por ejemplo, el 46 % de los niños de entre 9 y 11 años tiene un celular propio, de acuerdo con datos de la organización Net Children Go Mobile. Pero en Estados Unidos las cifras son todavía más alarmantes. En ese país, ya a los 8 años los pequeños tienen móvil. Mientras tanto, en América Latina es a los 12 años cuando la mayoría—en torno al 60 %— recibe su primer teléfono propio.

De acuerdo con Zabala, eso último se acerca más a lo que debería ser, pues la especialista considera que antes de los 12 años los niños no necesitan por un Smartphone, puesto que pueden usar otras herramientas tecnológicas como tablets o computadoras. “A los 12 o 13 años –subraya Zabala- se añade un elemento de socialización, y entonces podemos considerar darle su primer teléfono, aunque eso siempre dependerá de cómo sea el niño”.

Es inevitable la interacción de los niños con la tecnología; tampoco podemos educar a los hijos en una urna de cristal. No obstante, coincido con el criterio de Álvarez, en cuanto a que lo más importante es establecer reglas claras. Por ejemplo, no debe estar permitido comer con ningún aparato cerca y, por encima de todo, pedirles que apaguen el teléfono al menos una hora antes de irse a dormir. Y, sobre todo, los padres debemos predicar con el ejemplo, que es la mejor manera d educar a los hijos.